Una intrigante y abrumadora pérdida me consume a diario, día tras día, noche tras noche, recuerdo tras recuerdo. Soy prisionero de una extraña tempestad generada al no sentir nada, y resulta atormentante no ser capaz de descifrar el porqué, simplemente no lo entiendo.
Soy esclavo de una misteriosa calma que devora insaciablemente las entrañas que deja, simplemente, nada. Todas las sensaciones desaparecen, sólo así, se van, sin dejar constancia alguna de su existencia.
Con el interminable y —cada vez más— vacío pasar de los días, algo se quiebra poco a poco dentro de mí, y ya no soy capaz de sobrellevarlo… Soy reo condenado a muerte que sólo espera llegue tan anhelado final para por fin dejar de sufrir la ausencia.